
Computación Cuántica en 2025: ¿Qué tan Cerca estamos de la Revolución Tecnológica?
El Auge de la Computación Cuántica
El nuevo oro tecnológico para gobiernos y empresas
La computación cuántica ha dejado de ser un sueño futurista para convertirse en una de las áreas más prometedoras —y competitivas— de la ciencia y la tecnología. Su potencial para resolver problemas imposibles para los ordenadores clásicos ha captado la atención de gobiernos, inversores y corporaciones multinacionales. A diferencia de los avances graduales observados en la informática tradicional, la computación cuántica plantea una ruptura radical en la forma en que procesamos la información, lo que genera expectativas tan altas como los desafíos que implica.
En los últimos cinco años, se ha producido una explosión de inversión en startups y laboratorios dedicados a esta disciplina. Empresas como PsiQuantum, Google (GOOGL;GOOG), IBM (IBM), Amazon (AMZN), Microsoft (MSFT) y Rigetti Computing, Inc. (RGTI) lideran la carrera por construir una computadora cuántica práctica, mientras que fabricantes de chips como Intel (INTC) y Global Foundries (GFS) se han aliado con ellas para acelerar la producción de hardware especializado.
El entusiasmo del mercado se ha traducido en cifras impactantes: algunas acciones de compañías cuánticas han crecido más del 1.000% en 2024, como respuesta al anuncio de nuevos avances tecnológicos. Este comportamiento refleja no solo la fe en el potencial de la tecnología, sino también una narrativa de competencia global por alcanzar la llamada «ventaja cuántica«, es decir, el punto en el que una computadora cuántica supere ampliamente a cualquier supercomputadora convencional en tareas específicas.

Empresas de computación cuántica Fuente: CNBC
La atracción por este nuevo paradigma no es solo privada. Gobiernos como los de Estados Unidos, China, Alemania, Canadá y Japón han lanzado estrategias nacionales cuánticas con presupuestos millonarios. Según estimaciones del Quantum Insider y McKinsey, más de 50 mil millones de dólares ya han sido comprometidos globalmente en proyectos de computación cuántica y tecnologías relacionadas, incluyendo sensores cuánticos y comunicaciones seguras.
El interés gubernamental tiene también un componente estratégico y de seguridad nacional. Controlar esta tecnología podría implicar ventajas significativas en áreas como la defensa, la criptografía o la simulación de materiales críticos. En ese contexto, la supremacía cuántica se perfila como una nueva carrera armamentística tecnológica.
La proclamación de la ONU y el rol de los fondos públicos
La proclamación por parte de la Organización de las Naciones Unidas del año 2025 como el Año Internacional de la Ciencia Cuántica es un reconocimiento institucional al impacto potencial de esta revolución. Esta iniciativa busca fomentar la colaboración internacional, promover la investigación básica y aplicada, y concienciar sobre la importancia de formar una nueva generación de científicos y tecnólogos especializados en física cuántica, ingeniería y ciencias de la computación.
La financiación pública desempeña un papel crucial en este ecosistema emergente. Muchas de las tecnologías en desarrollo todavía no generan beneficios comerciales inmediatos, por lo que los fondos estatales permiten sostener proyectos de largo plazo que requieren años de investigación. Además, se están promoviendo alianzas público-privadas que reúnen a universidades, centros de investigación y empresas tecnológicas para acelerar el paso de la teoría a la práctica.
Entre 2022 y 2024, se ha registrado un incremento del 50% en los proyectos piloto cuánticos a nivel global, incluyendo iniciativas de exploración de casos de uso en sectores como la logística, los servicios financieros, la industria química, la salud y la agricultura. Esta tendencia indica una transición progresiva desde la fase puramente experimental hacia una etapa precomercial, en la que la tecnología empieza a integrarse con los problemas del mundo real.
Lejos de tratarse de una moda pasajera, la computación cuántica está sentando las bases de una revolución tecnológica silenciosa pero profunda. La pregunta ya no es si será viable, sino cuándo estará lista para transformar nuestras industrias.
¿Por qué la Computación Cuántica es Revolucionaria?
La diferencia clave con los computadores clásicos
Para comprender por qué la computación cuántica es considerada una tecnología transformadora, es fundamental entender en qué se diferencia de la computación clásica. Los ordenadores tradicionales almacenan y procesan información en bits, unidades que solo pueden tener uno de dos valores: 0 o 1. Esta limitación impone restricciones inherentes a la velocidad y capacidad de cálculo incluso de las supercomputadoras más avanzadas.
En contraste, la computación cuántica se basa en qubits, unidades de información que aprovechan las propiedades de la mecánica cuántica para operar de manera radicalmente distinta. A través de fenómenos como la superposición y el entrelazamiento, los qubits pueden representar simultáneamente múltiples estados y compartir información de forma instantánea entre sí, sin importar la distancia.
Esto significa que una computadora cuántica puede procesar una cantidad de combinaciones posibles mucho mayor que una computadora clásica, abriendo la puerta a resolver problemas que hoy se consideran intratables: desde predecir el comportamiento molecular de un nuevo fármaco hasta optimizar rutas logísticas a escala global.
Superposición y entrelazamiento: el corazón del poder cuántico
La superposición cuántica permite que un qubit exista en una combinación de los estados 0 y 1 al mismo tiempo, en lugar de estar en uno u otro. Esta propiedad permite que un conjunto de qubits realice operaciones paralelas sobre múltiples posibilidades, aumentando exponencialmente la capacidad de procesamiento conforme se añaden más qubits al sistema.
Por otro lado, el entrelazamiento cuántico conecta qubits entre sí de tal forma que el estado de uno depende del estado del otro, incluso si se encuentran separados por kilómetros. Esta interdependencia permite que las operaciones cuánticas se sincronicen de manera no lineal, creando sistemas complejos con capacidades de cálculo extremadamente potentes.
Ambos principios rompen con la lógica clásica y requieren nuevas formas de programación y diseño de algoritmos. Sin embargo, también representan el núcleo de la promesa cuántica: resolver problemas que el modelo de Turing —base de todos los computadores actuales— no puede abordar eficientemente.
Aplicaciones potenciales en sectores estratégicos
Las capacidades únicas de los ordenadores cuánticos los hacen especialmente atractivos en sectores donde la simulación, la predicción y la optimización son clave. En la industria farmacéutica, podrían acelerar el diseño de nuevos fármacos al modelar interacciones moleculares con precisión cuántica. En la ciencia de materiales, facilitarían la creación de nuevos compuestos con propiedades específicas, como superconductores o aleaciones más resistentes.
En la agricultura, podrían contribuir a descubrir fertilizantes más eficientes y sostenibles, al simular reacciones químicas que actualmente requieren años de ensayo y error. En finanzas, los algoritmos cuánticos prometen mejorar drásticamente la gestión de riesgos, la detección de fraudes y la optimización de carteras.
Incluso áreas como la movilidad urbana, la energía y la logística podrían beneficiarse enormemente mediante modelos cuánticos que encuentren rutas más rápidas, reduzcan el consumo energético o mejoren la eficiencia de las cadenas de suministro. Se estima que solo en cuatro sectores clave —movilidad, química, servicios financieros y ciencias de la vida— la computación cuántica podría generar hasta 2 billones de dólares en valor económico para 2035.
Esta amplitud de aplicaciones es lo que ha convertido a la computación cuántica en un campo tan estratégico, con el potencial de cambiar no solo industrias, sino también la forma en que enfrentamos los grandes retos del siglo XXI.
Las Empresas que lideran la Carrera Cuántica
Psi Quantum, Google y Microsoft: estrategias distintas, mismo objetivo
En el competitivo universo de la computación cuántica, la diversidad tecnológica es tan grande como el entusiasmo inversor. Tres gigantes destacan por sus enfoques singulares: Psi Quantum, Google y Microsoft, cada una con arquitecturas diferentes, pero con la misma ambición de alcanzar la “utilidad cuántica”, es decir, un sistema lo suficientemente potente y confiable como para resolver problemas del mundo real.
Psi Quantum, con sede en California, ha adoptado un enfoque fotónico. Su propuesta es construir computadoras cuánticas basadas en qubits de luz, lo que reduce significativamente la interferencia ambiental. Para producir estos chips, Psi Quantum colabora con Global Foundries, una de las mayores fundiciones de semiconductores del mundo. Su procesador en desarrollo, llamado Omega, integra todos los componentes necesarios para escalar la computación cuántica a niveles industriales. Además, emplean helio líquido suministrado desde la planta criogénica del Acelerador Lineal de Stanford, una pieza clave para mantener los sistemas a temperaturas ultra frías necesarias para operar qubits.
Google, pionera en llevar la computación cuántica al centro del debate tecnológico, sigue apostando por los qubits superconductores. Tras su anuncio en 2019 sobre haber alcanzado la supremacía cuántica con el chip Sycamore, redobló esfuerzos con el lanzamiento del procesador Willow a finales de 2024. Este chip ha reavivado el interés global y ha contribuido a la subida meteórica de las acciones del sector cuántico. Google busca ahora expandir la escalabilidad de sus sistemas y avanzar en corrección de errores, uno de los retos más importantes para que la computación cuántica sea realmente útil.
Microsoft sigue una ruta más experimental pero con gran potencial disruptivo. Su enfoque se centra en los qubits topológicos, una arquitectura teóricamente más estable y menos sensible al ruido. En 2025, la compañía presentó su chip Majorana 1, una innovación basada en partículas de Majorana, que según Microsoft podría reducir drásticamente el número de qubits necesarios para tareas complejas. Aunque algunos expertos aún cuestionan la viabilidad inmediata de este modelo, el equipo de investigación ha reportado avances significativos publicados en la revista Nature.
Inversiones millonarias y chips de próxima generación
La carrera cuántica no se limita a las big tech. Startups y nuevos actores han entrado con fuerza, impulsados por un ecosistema cada vez más sofisticado. Empresas como Xanadu Quantum Technologies también apuestan por qubits fotónicos, mientras que IonQ Inc., Quantinuum y Honeywell Quantum Solutions exploran arquitecturas con iones atrapados, donde átomos individuales son manipulados mediante campos eléctricos y láseres. Por su parte, Rigetti Computing y Amazon Braket siguen perfeccionando sus sistemas basados en qubits superconductores.
Cada tecnología tiene ventajas y desventajas. Los qubits fotónicos son más escalables y resistentes al ruido, pero difíciles de producir en masa. Los superconductores permiten una alta velocidad de operación, pero requieren refrigeración extrema. Los qubits iónicos son precisos, aunque más lentos. Y los topológicos, como los de Microsoft, aún son experimentales, pero podrían redefinir los estándares si se validan a gran escala.
El dinamismo de este sector se refleja también en el capital que moviliza. Además de inversiones privadas, el crecimiento de fondos especializados en computación cuántica y la participación de firmas como Booz Allen, Airbus Ventures y Bosch Ventures consolidan una red de financiación cada vez más sofisticada. Grandes corporaciones como Mercedes-Benz, Mitsubishi Chemical, Boehringer Ingelheim y otras multinacionales ya están colaborando con compañías cuánticas para diseñar materiales avanzados, desarrollar fármacos, descubrir nuevos catalizadores e innovar en energía limpia.
Este ecosistema, que mezcla investigación científica, manufactura industrial y capital de riesgo, está acelerando el paso de la computación cuántica desde el laboratorio hacia aplicaciones comerciales. Aunque aún no se ha alcanzado la “ventaja cuántica” en términos prácticos, la cantidad de talento, dinero e infraestructura movilizados en esta carrera indica que el punto de inflexión puede no estar tan lejos como antes se pensaba.
Obstáculos Tecnológicos y Humanos por superar
Fragilidad de los qubits y corrección de errores
A pesar de los avances prometedores en la carrera cuántica, los desafíos técnicos siguen siendo el principal freno para el desarrollo de una computadora cuántica verdaderamente útil. El problema central es la fragilidad inherente de los qubits, que existen en estados cuánticos extremadamente delicados y son susceptibles a cualquier perturbación externa, desde vibraciones mecánicas hasta cambios mínimos en temperatura o interferencias electromagnéticas.
Este fenómeno, conocido como decoherencia cuántica, provoca que los qubits pierdan su estado de superposición o entrelazamiento antes de que se complete un cálculo. A diferencia de un bit clásico, que es estable por naturaleza, un qubit debe ser cuidadosamente aislado del entorno, mantenido a temperaturas cercanas al cero absoluto y manipulado con extrema precisión. Esto convierte a la computación cuántica en un reto de ingeniería monumental.
Además, los errores cuánticos no se comportan de manera predecible. Un simple error de fase o amplitud puede propagarse por todo el sistema y arruinar el resultado final. Para combatir este problema, los desarrolladores han implementado algoritmos de corrección de errores cuánticos, que detectan y corrigen fallos antes de que se acumulen. No obstante, estos algoritmos requieren recursos computacionales adicionales, lo que eleva enormemente el número de qubits necesarios para operar un sistema estable.
Según los expertos, se necesitarán al menos un millón de qubits físicos para construir un ordenador cuántico de escala práctica que pueda superar a las supercomputadoras actuales en tareas relevantes. Por comparación, los procesadores cuánticos actuales, como los de Google o IBM, cuentan con entre 50 y 400 qubits, muchos de los cuales son necesarios solo para mantener el sistema libre de errores. Este desfase entre la capacidad actual y el mínimo necesario representa uno de los mayores obstáculos técnicos de la década.
Escasez de talento y papel de la inteligencia artificial
La dimensión humana del desafío cuántico es igualmente crítica. El número de profesionales cualificados en computación cuántica es limitado. El diseño, programación y operación de sistemas cuánticos requiere conocimientos avanzados en física, matemáticas, informática, electrónica de precisión y criogenia. Esta convergencia de disciplinas hace que el perfil de los expertos sea extremadamente específico y escaso.
A medida que aumenta el interés por parte de empresas y gobiernos, también crece la presión por formar una nueva generación de ingenieros y científicos cuánticos. Algunas universidades han empezado a ofrecer programas de formación especializados, pero aún no hay suficiente capacidad para cubrir la demanda esperada en los próximos cinco años. Esta brecha de talento podría convertirse en un cuello de botella incluso más limitante que el técnico.
En este contexto, la inteligencia artificial (IA) se perfila como un aliado clave. Por un lado, se está utilizando IA para optimizar el diseño de chips cuánticos, encontrar nuevas configuraciones de qubits y mejorar la eficiencia de los algoritmos de corrección de errores. Por otro, una vez que las computadoras cuánticas sean funcionales, podrán generar modelos de entrenamiento avanzados para alimentar sistemas de IA de próxima generación, creando un ciclo virtuoso entre ambas tecnologías.
Este binomio cuántico-IA podría acelerar la llegada de soluciones prácticas, pero también plantea nuevos retos en cuanto a regulación, seguridad y gobernanza. En definitiva, el avance de la computación cuántica no depende solo del progreso técnico, sino también de la capacidad de la humanidad para formar talento, coordinar esfuerzos y anticipar sus impactos éticos y sociales.
¿Cuándo será Realmente útil una Computadora Cuántica?
Estimaciones realistas: ¿2030, 2040?
A pesar del entusiasmo generalizado y los avances recientes, la computación cuántica aún se encuentra en una etapa de madurez temprana. A día de hoy, ningún sistema cuántico disponible comercialmente puede resolver de manera confiable un problema del mundo real que supere a los ordenadores clásicos. Por eso, una de las preguntas más frecuentes —y más difíciles de responder— es: ¿cuándo estará lista una computadora cuántica verdaderamente útil?
La respuesta depende de múltiples factores: la estabilidad de los qubits, la escalabilidad del hardware, el desarrollo de algoritmos cuánticos eficientes y, como ya se ha mencionado, la capacidad de formar talento especializado. Según el consenso de la comunidad científica y tecnológica, el plazo más realista oscila entre 15 y 30 años. Algunas proyecciones optimistas apuntan a la década de 2030, mientras que otras sitúan los primeros impactos prácticos en los años 2040.
Sin embargo, eso no significa que no habrá avances intermedios. De hecho, muchos expertos señalan que estamos entrando en una etapa donde ciertas aplicaciones limitadas ya podrían beneficiarse de sistemas cuánticos híbridos. Estos sistemas no reemplazan a los ordenadores clásicos, pero pueden realizar tareas específicas —como simulaciones moleculares o cálculos probabilísticos— mejor y más rápido.
En este contexto, la inversión continua no solo se justifica por su potencial futuro, sino también por los beneficios colaterales que ya se están obteniendo. Tecnologías desarrolladas para sistemas cuánticos, por ejemplo, ya se utilizan en máquinas de resonancia magnética más precisas y en herramientas para detectar minerales críticos esenciales para la transición energética.
El concepto de “ventaja cuántica industrial”
Uno de los hitos clave que marcará el comienzo de la era cuántica práctica es la llamada “ventaja cuántica industrial”: el momento en que un sistema cuántico supere de manera significativa a cualquier otro sistema clásico en una tarea específica dentro de un entorno real de negocio o investigación aplicada.
Según las proyecciones más actualizadas, este hito podría alcanzarse entre 2026 y 2029, cuando se espera que los primeros casos de uso concretos en industrias como la química, la farmacéutica, la movilidad o los servicios financieros muestren resultados tangibles. Esto implicaría no solo un avance técnico, sino también una creación de valor masiva para los usuarios finales, lo que validaría la tecnología frente a los mercados e inversionistas.
La expectativa de lograr esta ventaja ha llevado a múltiples empresas a establecer alianzas estratégicas con proveedores cuánticos desde ahora, anticipando que el acceso a la tecnología será limitado y costoso una vez que alcance madurez comercial. Según el experto Jack Hidary y otros líderes del sector, “cuando llegue el momento, solo quienes hayan invertido temprano estarán en posición de aprovechar su verdadero potencial”.
La computación cuántica, por tanto, no es una promesa vacía ni una moda pasajera. Es una carrera de largo aliento, donde el conocimiento acumulado, la capacidad técnica y la visión estratégica marcarán la diferencia entre los pioneros y los rezagados. Si bien aún no ha llegado el momento de su adopción masiva, el mundo se prepara —con dinero, talento y tecnología— para cuando esa revolución finalmente ocurra.
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