¿Podría China ganar la Carrera por la Fusión Nuclear?
La Promesa de la Fusión Nuclear
Energía limpia con potencial ilimitado
La fusión nuclear es considerada por científicos y expertos en energía como el «santo grial» de la transición energética global. A diferencia de la fisión, que divide átomos y genera residuos radiactivos a largo plazo, la fusión consiste en combinar núcleos atómicos —generalmente de hidrógeno— para liberar cantidades extraordinarias de energía.
Una sola reacción de fusión puede generar cuatro veces más energía por kilogramo de combustible que la fisión nuclear tradicional y cuatro millones de veces más que la quema de carbón, todo esto sin emitir gases de efecto invernadero. Además, no produce residuos radiactivos permanentes, lo que la convierte en una opción segura y sostenible para el futuro energético de la humanidad.
Los avances recientes, como el logrado por el Laboratorio Nacional de Ignición (NIF) de Estados Unidos en 2022 —cuando por primera vez se consiguió energía neta positiva durante un instante—, han reavivado el interés en esta tecnología como alternativa viable a largo plazo. Sin embargo, aún existen retos técnicos y económicos que deben superarse para hacerla comercialmente aplicable.
Diferencias con la fisión y otras fuentes de energía
Mientras que la fisión nuclear ha sido utilizada durante décadas para alimentar centrales eléctricas, la fusión aún no ha cruzado el umbral de viabilidad comercial. La fisión se basa en la fragmentación de átomos pesados como el uranio, lo que genera residuos tóxicos, riesgo de accidentes y problemas asociados al almacenamiento.
En contraste, la fusión no implica riesgo de colapso o explosión descontrolada, ya que las condiciones necesarias para mantener el plasma son altamente específicas. Si fallan, el proceso simplemente se detiene. Esto la hace intrínsecamente más segura que cualquier forma de generación nuclear actual.
En relación con las energías renovables como la solar o la eólica, la fusión también representa una ventaja: no depende del clima ni de la luz solar, y puede operar de forma continua, generando una base energética estable para infraestructuras críticas, como centros de datos o redes de inteligencia artificial.
La Ventaja China: Tamaño, Velocidad e Inversión
Proyectos colosales y apoyo estatal
En la carrera por dominar la fusión nuclear, China ha desplegado una estrategia ambiciosa basada en tres pilares fundamentales: inversión masiva, velocidad de ejecución y apoyo estatal centralizado. Mientras Estados Unidos destina alrededor de 800 millones de dólares anuales en fondos federales para investigación en fusión, China ha duplicado esa cifra, alcanzando 1.500 millones de dólares al año.
Esa diferencia se ha traducido en infraestructura monumental. Uno de los proyectos más llamativos es el nuevo reactor de fusión láser chino, cuyo tamaño duplica al del laboratorio estadounidense de California. El diseño incluye cuatro bahías de láser y un domo de contención tan grande como un campo de fútbol, todo ello construido con una rapidez asombrosa gracias al modelo de economía dirigida del país asiático.
El carácter opaco del sistema chino hace difícil conocer todos los detalles, pero los resultados son visibles: China no solo está construyendo más instalaciones, sino que también está rompiendo récords de contención de plasma con su proyecto nacional tokamak EAST, una máquina clave para la experimentación en confinamiento magnético.
El papel del tokamak EAST y el reactor BEST
El tokamak EAST (Experimental Advanced Superconducting Tokamak) ha logrado contener plasma durante períodos más largos que cualquier otro reactor operativo, un paso importante aunque todavía insuficiente para lograr la ignición continua con energía neta positiva. No obstante, este tipo de avances posicionan a China como un competidor sólido en el campo científico y tecnológico de la fusión.
A esto se suma el reactor estatal BEST, actualmente en construcción y con finalización prevista para 2027. BEST representa una evolución respecto a EAST, y su desarrollo va en paralelo con otros proyectos como el campus de investigación CRAFT, una instalación de 700 millones de dólares cuya función es centralizar esfuerzos nacionales en torno a la fusión nuclear.
El plan CRAFT y la estrategia de imitación tecnológica
Uno de los aspectos más controvertidos de la estrategia china es su capacidad para replicar modelos tecnológicos occidentales. El proyecto CRAFT, por ejemplo, ha sido descrito por analistas como una copia del plan estadounidense del mismo nombre. Incluso empresas como Helion, una startup de fusión de EE. UU., han detectado similitudes entre diseños chinos y sus propios prototipos patentados.
Este enfoque genera preocupación en Occidente, donde los marcos regulatorios impiden ciertas prácticas industriales, pero también resalta el dinamismo del ecosistema chino. China puede tomar una idea, financiarla a escala nacional, desarrollarla con rapidez y ejecutarla sin las trabas burocráticas que enfrentan muchas empresas en democracias liberales.
En resumen, la combinación de velocidad, tamaño y fondos estatales posiciona a China como un rival formidable en la carrera por dominar la energía de fusión.
¿Dónde queda Estados Unidos en la Carrera?
Liderazgo histórico y avances clave como NIF
Estados Unidos fue pionero en el uso de la energía nuclear, desarrollando las primeras bombas atómicas en la década de 1940. Desde entonces, ha liderado buena parte de la investigación en el campo, incluyendo la fisión aplicada a la generación eléctrica y, más recientemente, la fusión. Sin embargo, esa posición dominante comienza a verse amenazada.
En 2022, el Laboratorio Nacional de Ignición (NIF) logró un hito sin precedentes al alcanzar la primera ignición de fusión con energía neta positiva, aunque solo por una fracción de segundo. El experimento utilizó 192 láseres de alta potencia concentrados en una cápsula minúscula, lo que desencadenó una reacción similar a la que ocurre en el corazón del sol. Este avance demostró que la fusión es técnicamente viable, pero aún lejana de una aplicación comercial escalable.
Limitaciones regulatorias y falta de inversión federal
Pese a sus avances, Estados Unidos enfrenta importantes obstáculos estructurales. Las regulaciones en materia energética y nuclear, diseñadas para proteger la seguridad nacional y el medio ambiente, también dificultan la rápida construcción de nuevas instalaciones experimentales. A esto se suma una falta de inversión sostenida por parte del gobierno federal.
Aunque algunos senadores y expertos han solicitado 10 mil millones de dólares en financiación, la cifra aún dista mucho de concretarse. La diferencia de enfoque con China es clara: mientras que en el país asiático la fusión nuclear es una prioridad nacional, en EE. UU. el desarrollo depende en gran medida del sector privado.
La apuesta de las startups privadas estadounidenses
Ante la lentitud del sector público, han surgido numerosas startups estadounidenses que buscan liderar la innovación en fusión nuclear. Entre las más destacadas se encuentran Helion, TAE Technologies y Commonwealth Fusion Systems, esta última derivada del MIT. Estas empresas han recaudado miles de millones de dólares de inversores de alto perfil como Sam Altman, Bill Gates, Jeff Bezos, Google y Microsoft.
Commonwealth, por ejemplo, planea alcanzar energía neta positiva en su tokamak SPARC para 2027, seguido de la construcción de una planta de fusión de 400 megavatios en Virginia. Este enfoque ágil y emprendedor ha convertido a Estados Unidos en el epicentro de la inversión privada en fusión, con aproximadamente 25 de las 40 empresas del sector a nivel mundial.
El desafío para EE. UU. es claro: consolidar sus avances científicos en un marco que permita escala industrial, rapidez en ejecución y políticas públicas consistentes. Sin ello, podría perder su ventaja ante el avance sistemático y agresivo de China.
Mano de Obra, Materiales y Control de Patentes
China lidera en formación de talento y propiedad intelectual
Uno de los pilares menos visibles, pero absolutamente cruciales en la carrera por la fusión nuclear, es la formación de talento especializado. Mientras que Estados Unidos ha experimentado recortes presupuestarios en la formación de científicos desde la década de 2000, China ha hecho exactamente lo contrario. Ha invertido sostenidamente en la formación de físicos del plasma y expertos en ingeniería nuclear, consolidando un ecosistema científico robusto.
El resultado es evidente: China cuenta con más patentes de fusión nuclear que cualquier otro país y ha formado diez veces más doctores (PhDs) en disciplinas relacionadas que Estados Unidos. Esta ventaja en capital humano le otorga no solo mayor capacidad de investigación, sino también una posición estratégica en el control del conocimiento.
Además, universidades y centros de investigación en China trabajan de forma coordinada con los proyectos nacionales de fusión, creando un flujo constante de innovación aplicada. En cambio, en Occidente, muchas universidades siguen operando con equipamiento anticuado y escasos fondos, lo que ha forzado a investigadores estadounidenses a realizar sus experimentos en instalaciones extranjeras, muchas de ellas en China.
La cadena de suministro como factor decisivo
Además de contar con talento humano, China ha enfocado su estrategia en dominar la cadena de suministro de materiales críticos para la construcción y operación de reactores de fusión. Esto incluye materiales para las paredes internas de los tokamaks y imanes superconductores de alta potencia, ambos componentes fundamentales para sostener el plasma en condiciones extremas.
Este dominio no es casual. China está invirtiendo diez veces más que Estados Unidos en el desarrollo de materiales avanzados, asegurando así su capacidad de producción sin depender del extranjero. Este enfoque vertical en la cadena de valor permite una velocidad de ejecución industrial que Occidente no ha podido igualar.
Un ejemplo de esta eficiencia es el caso de la empresa Energy Singularity, que logró producir plasma en un tokamak en solo dos años desde su diseño inicial, una hazaña atribuida en gran parte a su acceso fluido a componentes clave y maquinaria de última generación.
El desafío occidental: atraer y retener expertos
En el hemisferio occidental, tanto empresas como gobiernos enfrentan una competencia feroz por captar el escaso talento especializado en fusión. La falta de una estrategia coordinada de formación, sumada a oportunidades limitadas en el ámbito académico y regulaciones restrictivas, ha provocado una fuga de cerebros que favorece indirectamente a sus rivales estratégicos.
El reto para Estados Unidos y sus aliados no solo pasa por aumentar la financiación, sino por reconstruir un ecosistema de innovación en torno a la fusión, donde investigadores, ingenieros y técnicos encuentren condiciones atractivas para desarrollar su carrera profesional. De lo contrario, corren el riesgo de depender de la tecnología desarrollada por otros.
La fusión como Pilar Energético del Futuro
Satisfacer la demanda energética de la inteligencia artificial
Uno de los motores silenciosos que está acelerando la carrera por la fusión nuclear es el auge de la inteligencia artificial (IA). Modelos cada vez más complejos y procesos de entrenamiento más intensivos están elevando de forma exponencial el consumo energético de los centros de datos, muchos de los cuales ya no pueden ser alimentados eficientemente con fuentes tradicionales.
Empresas como Amazon, Microsoft y Google han comenzado a invertir en tecnologías nucleares, incluidos reactores modulares pequeños (SMRs) y, en menor medida, en proyectos de fusión. La promesa de una fuente inagotable, estable y limpia de energía es fundamental para sostener el crecimiento de estas infraestructuras tecnológicas.
La fusión se perfila como una solución energética a largo plazo, capaz de responder a una demanda que no solo es creciente, sino también impredecible, impulsada por la rápida evolución de la inteligencia artificial generativa, el procesamiento masivo de datos y el cómputo de alto rendimiento.
¿Qué pasa si China lidera esta tecnología?
Más allá de la carrera científica, la fusión nuclear tiene profundas implicaciones geopolíticas y estratégicas. Si China logra dominar esta tecnología antes que Occidente, podría definir estándares internacionales, controlar el acceso a componentes clave y exportar reactores bajo su marco regulatorio, moldeando el futuro energético global.
Además, tener el control sobre una fuente de energía casi ilimitada podría otorgar ventajas sustanciales en sectores como la producción industrial, la atención médica, la agricultura y la desalinización de agua, donde la disponibilidad energética es un factor limitante.
Aunque por ahora se estima que China aún no ha alcanzado una posición de liderazgo definitivo en la fusión comercial, su ritmo de avance, combinado con un aparato estatal volcado en este objetivo, genera preocupación entre científicos y legisladores estadounidenses.
Lo que se necesita para no perder la carrera
El escenario actual no es irreversible. Estados Unidos y sus aliados aún cuentan con una comunidad científica de alto nivel, infraestructura avanzada y un ecosistema empresarial dinámico. Sin embargo, para no perder esta carrera clave, se requiere una estrategia nacional coherente, mayor inversión pública y coordinación entre universidades, startups y gobiernos.
Dejar de lado los debates estériles y pasar a la acción concreta será determinante. El tiempo corre y, como han afirmado expertos del sector, todos están moviéndose lo más rápido que pueden. La pregunta ya no es si la fusión nuclear será posible, sino quién la dominará primero y bajo qué condiciones.
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